Las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, seguramente llenaron de temor y angustia a los hombres y mujeres de aquella sociedad colonial. Sin embargo sentaron un precedente fundamental para la Revolución de Mayo de 1810.
Poderosas potencias imperialistas históricamente adversarias se disputaban, entre otros intereses, el dominio colonialista del Río de la Plata.
Inesperadamente los “súbditos de la Corona Española” se defendieron heroicamente y rechazaron a los invasores sin la ayuda de España, ni del Virreinato del Perú. Esas dos magníficas victorias contra invasores enviados por una potencia tan poderosa como Inglaterra produjeron profundos cambios en la sociedad colonial.
Por un lado el gobierno de Inglaterra se adaptó a la situación, y cambió de estrategia (siempre manteniendo la meta de favorecer sus intereses económicos). Ante el vergonzoso fracaso de las dos invasiones dejó de intentar apoderarse de las colonias sudamericanas y se dedicó a favorecer su independencia.
Por otro lado, quedó en evidencia que España era incapaz de defender sus colonias. Ese “inconveniente” obligó a la creación de un nutrido ejército integrado por criollos que habían participado, con verdadero heroísmo, en la defensa de la ciudad. Se fortaleció cada vez más su poder militar y fueron luego el brazo armado de la Revolución.
A su vez surgió un sentimiento popular de descontento y profundo repudio hacia aquellos funcionarios del virreinato que habían optado por escapar del ataque inglés. Sin embargo, el gobierno seguía en manos de esa gente, en tanto que los criollos no podían acceder cargos gubernamentales.
También aumentaron enfrentamientos por intereses comerciales; por un lado estaban los comerciantes españoles monopólicos, (obviamente fieles tanto a la corona como al sistema económico que los privilegiaba) y por otro la clase criolla que se oponía al monopolio y se identificaba con las nuevas ideas igualitarias.
Por su parte España comenzó a perder su poderío político y económico hacia fines de 1807 cuando gran parte de su territorio fue ocupado por los ejércitos de Napoleón.
En ese marco tan adverso crecieron los sentimientos de unión y fraternidad entre los ciudadanos porteños y comenzó a madurar un espíritu guerrero con revolucionarias ideas de independencia. Si la tremenda experiencia vivida había demostrado que podían defenderse “solos” contra una potencia enemiga tan poderosa, y el poder que la gobernaba era tan ineficiente ¿cómo no creer que la colonia era capaz de ejercer su propio gobierno?
Todo se podría sintetizar así: Luego de haber logrado una victoria heroica frente al poderío inglés, un poderoso sentimiento de unidad y fuerza emergió entre la población y favoreció sus sentimientos de independencia.
En ese contexto el 13 de mayo de 1810 llegó la noticia de que Sevilla finalmente había caído en manos de las tropas de Napoleón. En consecuencia, ante la demanda de los revolucionarios criollos, el virrey Cisneros se vio obligado a convocar al Cabildo Abierto del 22 de Mayo, durante el cual se decidió mayoritariamente destituirlo.
El día 25 de Mayo de 1810 el pueblo de Buenos Aires, hasta entonces una colonia más de la corona española, impuso su voluntad al Cabildo al crear una Junta de Gobierno y así constituir el primer Gobierno Patrio.