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Fallecimiento Eva Perón

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Hace 68 años, la peor noticia era difundida en la voz del locutor Jorge Furnot: “Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20.25 ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación…”.

Era un secreto a voces que su salud estaba quebrada y el acto del 17 de octubre, un año antes de triste desenlace, lo confirmó al escuchar de su voz que no sería compañera de fórmula y alentando a defender a Perón aún sin su presencia. Las internas entre el alto mando militar y la cúpula de la Iglesia la hacían desconfiar de todo y de todos pero era el pueblo trabajador su refugio y su esperanza. Desconociendo su real dolencia, siguió en sus tareas diarias como si su cuerpo frágil no le importara y entendió que si algo de sudor le quedaba era para dedicarlo a los que menos tenían.

Había nacido en el seno de una familia trabajadora pero ilegítima y eso la marcó para luchar por la justicia social que abrazó cuando conoció al general Juan Domingo Perón. Fue el movimiento justicialista su lugar en el mundo y eso le bastó para ser amada por los humildes y despreciada por los poderosos, creando un fenómeno que trascendió nuestras fronteras y sigue siendo un norte para las causas sociales de los desprotegidos del mundo.

El destino quiso que llegara a ejecutar su máximo logro: el 11 de noviembre de 1951 votó como ciudadana de pleno derecho en su lecho de enferma. Las mujeres ya no serían nunca más sujetos de segunda, ejercerían su poder de voto y decidirían a la par de los hombres los destinos de la patria.

Su obra queda, multiplicada e inmortal. Eva fue y será esa guía que nos motoriza a seguir manteniendo vivo los ideales del movimiento obrero y los principios de la justicia social.
“…Me causa gracia la discusión, cuando no se ponen de acuerdo ni siquiera en el nombre del trabajo que yo hago. No. No es filantropía, ni es caridad, ni es limosna, ni es solidaridad social, ni es beneficencia. Ni siquiera es ayuda social, aunque por darle un nombre aproximado yo le he puesto ése. Para mí, es estrictamente justicia.”

El 29 de julio, convocada por el Consejo Superior del Partido Peronista se realizó por la noche una extraordinaria y conmovedora marcha de antorchas hacia la Plaza de Mayo donde había un enorme retrato de Eva Perón. Los homenajes se multiplicaron a lo largo del país, algunos organizados, pero otros espontáneos por la iniciativa de gente humilde que levantaba altares con fotos de esta mujer admirada a los que cubrían de flores.

9 de julio, día de la Independencia Argentina

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Para los primeros meses del año 1816, en el territorio de Las Provincias Unidas del Río de la Plata conocido como el ex Virreinato ya habían quedado muy lejos los hechos de mayo de 1810 y sus ansias de libertad contra la Corona Española. Ser colonia había sido, para entonces, una vuelta al pasado pero la actualidad mostraba cómo la restauración monárquica y las guerras internas entre territorios de las provincias devenían en un panorama sombrío.

Las economías regionales que mantenían el comercio con los territorios de ultramar seguían sujetas al centralismo del puerto y las aduanas de Buenos Aires, sus remesas se perdían en ese andar burocrático y muchos grandes productores y hacendados entendían que se necesitaba regular el comercio interno al igual que las libertades civiles.

La Libertad de Vientres otorgada por la Asamblea del Año XIII, entre otras resoluciones destinadas a las libertades de los hombres, había sido entendida como una señal contra la esclavitud, y un símbolo de libertad civil. Ya entonces se comenzó a imponer el ordenamiento jurídico que terminó cristalizándose un día como hoy en 1816.

Como era de esperarse, y comprendiendo que así es el sistema democrático para los pueblos, no hubo unanimidad. Muchos representantes no asistieron a dar “quorum”: Santa Fe, Entre Ríos y Misiones no dieron el presente por oponerse a Artigas y su propia negación a la firma del Pacto de Santo Tomé; en tanto el Gran Chaco, el Comahue y la Patagonia estaban dominados por pueblos originarios y los territorios del Alto Perú habían caído bajo las fuerzas realistas.

Así, la Declaración del 9 de julio de 1816 fue la voluntad expresa de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli… y de toda dominación extranjera”. Nos emancipábamos, éramos mayores de edad y se lo gritábamos a todo el nuevo mundo libre y soberano.

Celebremos los 204 años de esa libertad y esos ideales que aún guían nuestros destinos y defendamos esos derechos por sobre todo.

¡Viva la Patria!