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Fallecimiento del Presidente Perón

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A las 13.15 del día 1º de Julio de 1974, el General Juan Domingo Perón fue declarado oficialmente muerto. El certificado de defunción, firmado por los doctores Pedro Cossio, Jorge Taiana, Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez, indicaba que Perón "… El día 1º de julio, a las 10.25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito con todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15".

Cabe recordar que cuando Juan Domingo Perón regresó definitivamente al país, el 20 de junio de 1973, ya estaba seriamente enfermo. Sus médicos, conscientes de la situación, se turnaban en guardias rotativas tanto en Gaspar Campos primero como en la residencia presidencial de Olivos, cuando Perón accedió a la presidencia de la nación por tercera vez.

Su cardiólogo le había aconsejado evitar las emociones violentas, pero entonces la violencia en las calles de su patria era cotidiana, lo menos aconsejable para la salud del hombre que tanto amaba a su pueblo.

A pesar de su estado su figura era esencial en tareas de gobierno que lo expusieron demasiado. El 17 de mayo, realizó una visita de inspección a la Flota de Mar, a bordo del portaaviones 25 de Mayo y el 6 de junio realizó un viaje al Paraguay, para que su liderazgo ayudara a limar asperezas entre ambos países por la construcción de una represa hidroeléctrica. Recibido por una multitud Perón arribó a ese país a bordo de un barco, mientras la cañonera Asunción que lo había llevado al exilio en 1955 lo saludaba con 21 cañonazos. Seguramente fue una gran emoción para su corazón débil. Además, en ambas ocasiones debió soportar las bajas temperaturas y una persistente llovizna a su llegada al Paraguay.

Dos días después se reunió por última vez con Ricardo Balbín quien le reprochó el riesgo asumido en ese viaje. Perón le respondió: "Mire, Balbín, yo le dije una vez, sé que estoy agotado, apurando los días que me quedan y que esto lleva al fin, que es el morir. Estoy haciendo todo lo contrario de lo que debe hacerse en este estado de salud y de ánimo, pero tengo conciencia de esto".

El 12 fue su última aparición pública, su querida figura abrigada con un sobretodo con cuello de piel, en los balcones de la Plaza de Mayo quedó grabada en el corazón de los peronistas: "Deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino".

Hoy los metalúrgicos hacemos honor a su memoria, con el mismo amor y respeto que él nos brindó.

Tapa del diario Crónica del 2 de julio de 1974. Tapa del Diario Crónica del 2 de Julio de 1974

Asesinato Augusto Timoteo Vandor

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Un joven Augusto Vandor había abandonado sus estudios cuando ingresó en Philips en 1950, allí comenzó su destino de lucha en defensa de sus compañeros, representándolos primero como delegado, y después al frente de la Seccional Capital de la Unión Obrera Metalúrgica.

La huelga de 1954 le había dado visibilidad como líder sindical, referente ante las patronales, siempre dispuestas a ir contra los derechos laborales.

Esa notoriedad  fue un arma de doble filo porque un año más tarde de perpetrado el golpe de estado contra el gobierno legítimo del General Perón por parte de la autodenominada Revolución Libertadora de 1955 fue despedido de su trabajo, encarcelado por seis meses e inhabilitado para ejercer su labor gremial.

Sin embargo, su figura seguiría prevaleciendo. La industria metalúrgica crecía y empujaba el desarrollo del país. Aun cuando las libertades estaban cercenadas por la dictadura militar, el pleno empleo se mantenía y las industrias medianas concentraban en su producción la mayor parte de los trabajadores calificados. Principalmente la UOM motorizaba su defensa sin descanso.

Fueron tiempos duros para El Lobo hasta que la democracia volvió y con la administración del presidente Frondizi en 1958, se permitiera la actividad sindical. En pocos años Vandor asumió la conducción de la UOM a nivel nacional. A fines de la década del 60, su llegada a una Confederación General del Trabajo dividida lo encontró en la rama Azopardo.

El el 30 de junio de 1969, en cumplimiento de sus funciones fue emboscado por un grupo comando en su despacho de la CGT, se cumplen hoy 51 años. Su crimen quedó impune. Esa misma tarde la dictadura de Onganía decretó el estado de sitio e intervino la mayoría de los  gremios, además encarceló a militantes opositores y dirigentes obreros.

El legado del compañero Vandor es nuestra guía y su memoria nuestra fuerza para seguir defendiendo a los compañeros metalúrgicos y a todos los trabajadores de nuestra patria.

20 de junio de 1973

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Habían pasado 18 años, en ese período la detención ilegal, los exilios en Paraguay, Venezuela, Panamá, entre otros puntos de América para recalar los últimos quince en Madrid. La salud bastante quebrada por la edad y el derrotero de estar lejos de la patria, proscripto, y con la degradación de su cargo militar. Todo a causa de haber propuesto la justicia social y el acceso a la educación, la salud y el trabajo a miles de compatriotas.

Los recuerdos se sucedían cada vez que un argentino lo visitaba en Puerta de Hierro y le contaba de primera mano cómo se destruía su obra y se dejaba a un lado a los más necesitados, cómo el capital financiero se apropiaba de las conquistas sociales y las pulverizaba con dictaduras o con gobiernos dudosamente legítimos e incapaces para frenar la codicia.

El mundo cambiaba muy rápido y Argentina acompañaba: el Mayo Francés, la Primavera de Praga, nuestro Cordobazo, eran manifestaciones de un renacer que apuntaba a la política anquilosada en las aristocracias.

Perón sabía que tenía resto para un tercer mandato pero quería su nombre en la boleta y en el marco del Gran Acuerdo Nacional ese punto no era negociable. Su gran jugada en la fórmula Cámpora-Solano Lima era hacer suyo ese “Luche y Vuelve” que gritaba en las paredes de todo el país.

Aquel 20 de junio de 1973 llovía y algunos pensaron que tenían privilegios ante el Gran Conductor y generaron desmanes en una fiesta que era de todos. Pero nada empañó ese momento del descenso del avión y esos pocos pasos que parecían impensados tiempo atrás. El Pocho estaba en casa y ya no se volvería a ir porque el pueblo lo elegiría con más del 60% y porque el destino ya había decretado que el final estaba cerca.

Aquel Operativo Retorno, frustado en 1964, tenía final feliz y Perón se preparaba para entrar en la historia en su tercer periodo como Presidente de todos los argentinos.

Día de la Bandera

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20 de junio es una fecha de conmemoración a una vida dedicada a la libertad y a la justicia: la de Manuel Belgrano. Su gesta como abogado y militar es la de un héroe de esos que nos gusta seguir en las ficciones de libros y películas.

Habiéndose preparado para una vida de privilegios desde la cuna, su preocupación siempre fue que su patria y sus hombres se formaran para vivir emancipados de las cadenas políticas y económicas. Sus acciones fueron las de un incansable luchador por los derechos en tiempos en que los hombres y sus bienes estaban sujetos a prebendas de clase.

La carrera militar la asumió como un patriota más, con las creencias máximas de fidelidad y compromiso. Bajo esas premisas pidió se reconociese la insignia celeste y blanca como bandera para sus ejércitos que ya lucían la escarapela, también creada por Belgrano como símbolo de identidad, al combatir contra los realistas. Los soldados le juraron lealtad, combatieron y murieron con honor por ella un 27 de febrero de 1812, sobre los dos márgenes del río Paraná.

No fue sino hasta 1938 que se promulgó la ley 12361 que determinó el 20 de junio como Día de la Bandera en honor a la muerte de Belgrano que luego de ser vital en las batallas por la independencia de España, murió en la pobreza más absoluta.