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23 de enero de 1945 – Perón decreta las vacaciones pagas

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El 23 de enero de 1945, la Secretaría de Trabajo y Previsión a cargo del entonces Coronel Juan Domingo Perón, proclamó el Decreto N° 1440, mediante el cual se habilitó a los trabajadores argentinos a gozar de un período de vacaciones pagas. Es decir, a disponer de una serie de días consecutivos de manera que: 1) Se trate de un período de inactividad, 2) retribuido anticipadamente y 3) que el trabajador verdaderamente las goce y no sean compensables en dinero. Además, según la antigüedad en el cargo, la cantidad de días se ve incrementada a lo largo de la relación laboral.

Además la medida estuvo acompañada por un programa de acceso al turismo social gracias al cual el pueblo trabajador, verdadero motor de la patria, pudo conocer su propio país, viajando por primera vez a pasar sus vacaciones en los diversos centros turísticos.

Esto no solo significó un avance en materia de derechos adquiridos así como también en la protección de la salud física y mental de las familias trabajadoras, fue además el nacimiento de un nuevo paradigma productivo. Gran cantidad de argentinos comenzaron a gozar del esparcimiento y el turismo. Una de las consecuencias beneficiosas en materia económica para nuestro país fue el enorme impulso y la expansión que tuvo la industria turística, y la creación de miles de puestos de trabajos afines a ello.

Estos derechos que hoy tienen los trabajadores, fueron creados y consolidados por la innegable tarea de Perón, tanto cuando estuvo a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, como durante sus presidencias, y los metalúrgicos los defenderemos siempre.

Aniversario de la “Semana Trágica”

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Se cumple hoy un nuevo aniversario del comienzo de la “Semana Trágica”. Se le dio ese nombre a la represión y masacre que sufrió el movimiento obrero argentino durante la semana que se inició, hace 101 años, el día 7 y que culminó el 14 de enero de 1919.

Los trabajadores de los “Talleres Metalúrgicos Pedro Vasena e hijos”, procurando una mejora salarial y la reducción de la jornada laboral a ocho horas, se habían declarado en huelga en diciembre de 1918. No encontraron repuesta a sus reclamos, ni buena voluntad de parte de las patronales, decididas a no acceder al cambio de las ominosas condiciones laborales que padecían los obreros.

Las condiciones de vida de los trabajadores argentinos habían comenzado a empeorar con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. La reducción de los embarques de cereal perjudicó al campo. Miles de arrendatarios y obreros rurales debieron trasladarse a las ciudades en busca de empleo, aumentando la ya importante masa de desocupados. Esto afectó el nivel de trabajo y redujo notablemente los salarios. Las empresas metalúrgicas intentaban reducir costos. Para completar el dramático cuadro, entre 1916 y 1919, en Buenos Aires el costo de vida aumentó casi un 100%. En ese marco la huelga se prolongó y se desató un conflicto sindical generalizado.

Talleres Vasena tenía sus depósitos en el barrio de Nueva Pompeya, fue en esa localidad donde se produjeron los primeros enfrentamientos entre los huelguistas y las fuerzas de seguridad - policías y bomberos- que secundaban la acción de los rompehuelgas. El primer día tuvo como resultado cuatro compañeros muertos y cuarenta heridos, todos ellos obreros.

El gobierno osciló entre su política de mediación en los conflictos laborales y la adopción de medidas altamente represivas, que incluyeron el apoyo a grupos parapoliciales, la orden de represión por medio del Ejército, la tortura y la simulación de ataques contra objetivos gubernamentales.

Todas esas fuerzas unidas detuvieron, persiguieron y asesinaron a obreros e inmigrantes, muchos de origen judío, lo que produjo el único “pogromo” conocido en América, en los barrios de Once y Villa Crespo. Esa palabra rusa (que significa “devastación”) refiere en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera). Por su parte la población respondió con una pueblada generalizada.

La represión dejó un saldo de cientos de muertos (las estimaciones de la época hablan de 700 muertos), decenas de desaparecidos -entre ellos gran cantidad de niños-, miles de heridos y decenas de miles de detenidos.

El mismo gobierno que reprimió tuvo luego que reconocer la justicia del reclamo y días después accedió a lo solicitado por los obreros. Nunca se informó oficialmente sobre la represión, ni se publicó la lista de muertos.

Hoy los metalúrgicos queremos mantener vivo el recuerdo de estos hechos deplorables y a su vez nos sentimos honrados de pertenecer a ese grupo de compañeros valientes que defendieron sus derechos y su dignidad a costa de sus vidas.

17 años de fallecimiento del compañero Lorenzo Miguel

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El querido compañero y conductor de nuestra organización durante más de treinta años, Lorenzo Mariano Miguel, falleció a sus 75 años el 29 de diciembre de 2002, víctima de una grave afección renal.

Siendo muy joven, su participación en el glorioso 17 de octubre de 1945 lo marcó profundamente y a partir de ese momento se sumó con pasión a la gesta peronista. A sus 24 años ganó por primera vez la confianza de sus compañeros y fue elegido delegado gremial. Así comenzó su batallar teniendo al peronismo y al sindicalismo como el motivo y razón de su vida.

Sus indiscutibles cualidades como conductor lo llevaron a ocupar el cargo de Secretario General de nuestra UOM y de las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas. En cada lugar que le tocó ocupar defendió con ahínco la unidad del movimiento obrero con un solo interés, el de los trabajadores. Realizó su labor gremial siempre llevando en alto las banderas del justicialismo.

En el corazón metalúrgico el compañero Lorenzo Miguel siempre será guía y ejemplo para nuestra constante lucha en defensa de los derechos de los trabajadores.

Porque líderes como como el compañero Lorenzo nos enaltecen, a 17 años de su desaparición física honramos su memoria con profundo orgullo sindical y peronista.

Creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión

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Se cumplen hoy 76 años de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, efectuada por el entonces Coronel Perón, quien fuera su Secretario en el año 1943.

La creación de esta Secretaría permitió establecer una relación más fluida con el movimiento obrero, y estuvo acompañada por la sanción de una serie de reformas en la legislación laboral, entre las cuales mencionaremos:

- El Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.

- El establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de personas.

- La creación de Tribunales de Trabajo, que aseguraron sentencias más justas para la clase trabajadora.

- La fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores.

- El reconocimiento de la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial de su posición en el plano jurídico.

Compartimos aquí su primer discurso como secretario el día 2 de diciembre de 1943:

“El Estado se mantenía alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber. Solo tomaba contacto en forma aislada, cuando el temor de ver turbado el orden aparente de la calle, le obligaba a descender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida. No advertían los gobernantes que la indiferencia adoptada antes las contiendas sociales facilitaba la propagación de la rebeldía, porque era precisamente el olvido de los deberes patronales que, libres de la tutela estatal, sometían a los trabajadores a la única ley de su conveniencia…..”(...) “Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará para siempre la época de la inestabilidad y del desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patrones y trabajadores. De ahora en adelante, las empresas podrán trazar sus previsiones para el futuro desarrollo de sus actividades, tendrán la garantía de que, si las retribuciones y el trato que otorgan a su personal concuerdan con las sanas reglas de convivencia humana, no habrán de encontrar por parte del Estado sino el reconocimiento de su esfuerzo en pro del mejoramiento y de la economía general y por consiguiente del engrandecimiento del país. Los obreros, por su parte, tendrán la garantía de que las normas de trabajo que se establezcan, enumerando los derechos y deberes de cada cual, habrán de ser exigidas por las autoridades del trabajo con el mayor celo, y sancionando con inflexibilidad su incumplimiento. Unos y otros deberán persuadirse de que ni bajo la astucia ni la violencia podrán ejercitarse en la vida del trabajo, porque una voluntad inquebrantable exigirá por igual el disfrute de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones".