2 de Abril

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1905

A comienzos de los años 1980 nuestro país era gobernado de manera ilegítima por la desastrosa dictadura militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional” que había derrocado al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976. Su fracaso era notorio, además de las numerosas protestas por los desaparecidos, la sociedad padecía el 90% de inflación anual, profunda caída de la actividad económica, empobrecimiento, recesión profunda, etcétera.

Ese estado de situación quedó en evidencia el 30 de Marzo de 1982, ese día, luego de años de resistencia, bajo la consigna “Luche y se Van”, la CGT y las 62 Organizaciones Peronistas, organizaron un paro y convocaron a una movilización a la Plaza de Mayo en esta ocasión la consigna fue "Paz, pan y trabajo". Más de 50 mil trabajadores acompañaron a sus dirigentes sindicales, quienes marcharon en primera fila de la manifestación tomados de los brazos. Hubo represión, y como resultado un muerto y cientos de heridos, pero fue notoria la debilidad e incapacidad del gobierno de facto.

El general Leopoldo Fortunato Galtieri, en su carácter de (ilegítimo) Presidente de la Nación, a partir de finales del año 1981, perdía poder día a día.

En ese marco el día 2 de Abril de 1982 los argentinos nos despertamos con una novedad que nos golpeaba en el centro del corazón: tropas argentinas habían desembarcado en Port Stanley (rebautizado Puerto Argentino), capital de las Islas Malvinas. Ocupaban la ciudad, con una única baja, la del jefe del desembarco, capitán Pedro Giacchino.

El debilitado gobierno, en su ocaso, apelaba a un poderoso sentimiento, y a uno de los sueños que todavía nos une a la mayoría de los argentinos. Nos devolvían la “hermanita perdida”, esas islas añoradas de nuestro sur, que los ingleses nos habían robado. Desde que teníamos uso de razón SABÍAMOS QUE ERAN NUESTRAS. Esa mañana nos daban la noticia: LAS MALVINAS volvían a estar bajo la soberanía ARGENTINA. Un acto heroico y VICTORIOSO.

Y otra vez, otra vez nos engañaron. No fue así. La victoria fue una efímera ilusión. Y quedó demostrado que esos militares no solo fueron ineptos para gobernar, también lo fueron en su ámbito específico.

Calamitosos errores, solo atribuibles a la dirigencia militar, terminaron en derrota. Todo culminó el 14 de junio de 1982 con la rendición de Argentina. Hoy podemos comprender que ese fracaso terminó de debilitar al gobierno de facto, que se vio obligado a abrir el camino de regreso a la democracia.

Fue una guerra que se llevó inútilmente demasiados proyectos, demasiados sueños. Hijos, hermanos, amigos, seres queridos dejaron sus inocentes y jóvenes vidas allí, LUCHANDO, en completa inferioridad de condiciones.

A ellos homenajeamos hoy.

Los trabajadores metalúrgicos que sabemos de luchas y valor. Hoy recordamos con dolor a nuestros héroes.