En esta jornada se recuerdan las primeras dos presidencias de Juan Domingo Perón que asumiera un día como hoy de 1946 y 1952 respectivamente. Habiendo acabado con la dictadura impuesta por los conservadores en 1930, que por medio del fraude gobernaban al país como su patio trasero, la figura de Coronel había alcanzado desde 1943 mucha popularidad dentro del Ejército que comandaba Edelmiro Farrel. Por esto, no fue más que una confirmación cuando el pueblo pidió por él el 17 de 1945 ni cuando fue ungido como presidente, privilegio que afrontó con medidas tendientes a poner a la Argentina en marcha luego de más de cuatro décadas abocada al modelo agroexportador que sólo beneficiaba a unos pocos.
Resuelto a comenzar con su proyecto, en la figura del 1° Plan Quinquenal se instó a generar acciones que fomentaran, primero, la sustitución de importaciones para, seguidamente, desarrollar industrias a lo largo del territorio nacional con las ventajas regionales que este disponía.
Tomada la industria pesada como motor de crecimiento económico y social, muchas otras grandes empresas se vieron beneficiadas y así la alimentación, el transporte y las comunicaciones crecieron junto a un espectacular planeamiento de la obra pública. Los máximos hitos se detallan como la promulgación del voto femenino, la unificación de las centrales en la actual Confederación general del Trabajo, el sanitarismo como política de salud pública, la nacionalización de servicios públicos como los trenes y la baja en la deuda externa que había crecido sin precedentes durante la Década Infame.
El atentado fallido de 1951 avizoraba dos cuestiones ineludibles: Perón sería reelecto y el triunfo no pasaría sin una agitación en sus enemigos.
Para 1952, el inicio de la segunda presidencia de Perón estaría marcada por una falta desgarradora para él y para el pueblo: la muerte de Eva. No sólo por ser su compañera sino por su coraje, el apoyo que ella le brindara quedaría vacante haciendo de este periodo uno de mayor confrontación con los sectores de poder como la Iglesia y las Fuerzas Armadas. Acciones como la promulgación de la Ley de Divorcio o su pasado como militar no eran cuestiones livianas para un bloque que había perder privilegios o que consideraba al pueblo como su enemigo.
Aun así, el nuevo proyecto de país iniciado seis años antes seguía su curso y pasaba de fase extendiendo en el 2° Plan Quinquenal nuevas instancias de productividad en ramas como el petróleo, la automotriz, la química, la petroquímica y nuestra querida metalúrgica.
El despreciable golpe de 1955 truncó la continuidad constitucional y de crecimiento económico. Hoy recordamos estos hechos con honor y nos planteamos seguir su mismo rumbo.