Nacimiento de Evita

0
466

Eva María Duarte nació en Los Toldos un 7 de mayo de 1919 y a sus pocos años conoció lo que era no pertenecer: su padre, hacendado de la zona, tenía una familia paralela que constituían ella y sus hermanos y que significaban vivir ocultos y sin derechos. Su madre no tenía salida a esa condena y entonces decidió que empezar de nuevo en otro sitio sería de gran ayuda a sus hijos, apartados de la mirada y el dedo acusador de su tierra natal.
Fue en Junín donde los chicos Duarte crecieron y donde Eva aprendió a relacionarse con niños de las afueras que eran hijos de peones rurales y que le mostraron una forma de vida rayana con la miseria. Con esas vivencias más su propia experiencia entiende que su futuro estaba en la Gran Ciudad siendo Buenos Aires, la meca de las oportunidades. Ya se destacaba actuando y declamando en los actos escolares y amaba escuchar a sus artistas favoritos en la radio cada tarde. El Séptimo Arte también le mostraba el aire glamoroso de las mujeres de la época que adoptó apenas se instaló en la Capital y así comenzó su derrotero con pequeños papeles como actriz de radioteatro y en la producción local de los estudios de cine. Con un look muy natural, su cabello oscuro, se destacaba en el creciente star system creciente y su cara comenzó a trascender la pantalla grande para instalarse en las revistas.
Ya en 1943, era parte de ese grupo selecto que portaba un nombre con peso propio y eso le permitió elevar su voz ante un maltrato a trabajadores en la pujante Radio Belgrano donde era figura. Esa acción mostraba ya su preocupación por los más vulnerables. Un año después y ante una tragedia nacional como lo fue el terremoto en la ciudad sanjuanina de Caucete, su participación junto a un grupo de artistas solidarios le brindaría un encuentro que marcará su destino para siempre al conocer a un joven coronel del Ejército que ya despuntaba como líder. Ya en Buenos Aires, el amor nacido en ese cruce fortuito se afianzó y su lealtad no claudicó mas que con su muerte prematura a los 36 años.
El legado de Eva Perón nos guía y nos fortalece a seguir velando por los postergados, a nunca olvidar que donde existe una necesidad nace un derecho.