El 24 de febrero de 1946, la fórmula conformada por Juan Domingo Perón y Hortensio Quijano ganan las elecciones presidenciales con más del 52% de los votos siendo electos como presidente y vice por un periodo de seis años. Los comicios son los primeros que libres de la sospecha de sospecha de fraude coronan un movimiento popular surgido unos meses antes con la manifestación del 17 de octubre de 1945 y que consagra en la figura de Perón a un nuevo líder político a nivel nacional.
Previstas para abril, las elecciones debieron adelantarse ante la necesidad de legitimar la conducción de las políticas de gobierno que se veían afectadas por la revolución de 1943 y que no dejaban a toda la ciudadanía una participación democrática. Con apenas dos meses de campaña, el Frente de corte progresista incluía al Partido Laborista, a la UCR Junta Renovadora y al Partido Independiente, mientras que la Unión Democrática de carácter conservador nucleaba a la Unión Democrática, el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista y el muy destacado Partido Demócrata Nacional.
Para hacer conocer sus ideas de gobierno, el ferrocarril fue la estrella que permitió a los candidatos llegar hasta los confines de la república y en cada formación se dejaba en claro cómo se apuntaría al corazón de los votantes: “La Descamisada” y “Tren de la Libertad” no dejaban lugar a dudas los intereses que defendía cada fórmula y los atentados sufridos por Perón y su compañero de fórmula en Río IV, Córdoba, y en Rosario dan cuenta de qué tan interesado se estaba por mantener el status quo en esas regiones de grandes terratenientes.
Los medios de difusión vigentes, el consagrado diario, matutino y vespertino, junto a la joven radio, también fueron difusores de la palabra de los candidatos siendo los de la Unión Democrática los más favorecidos por amistad y por afinidad a las ideas de sus dueños. Además del caudal de tres millones y medio de votantes habilitados, lo más destacado fue el recuento de votos al final del acto electoral en las mismas mesas donde se había sufragado y con la participación de fiscales presentes para que el temor al fraude quedara enterrado.
Hace 75 años comenzaba un nuevo tiempo para los trabajadores y para el pueblo que, relegado, asumió su derecho a vivir dignamente y en libertad y que nos honra como metalúrgicos.