Nacido en una familia que conocía la lucha por los derechos laborales, Rosendo García abrazó los ideales peronistas y esa decisión lo apartó de seguir la tradición como obrero de la industria del tabaco donde su padre, Isaac, era referente de corte radical. Buscando su propio camino, probó suerte como vendedor en un comercio para luego ingresar como trabajador metalúrgico en la pujante SIAM e iniciar su historia en el movimiento justicialista. Ya en 1952 e iniciada la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, asume el cargo de delegado en la planta de Valentín Alsina, en Lanús, y su madera para la conducción lo eleva, al poco tiempo, a la Secretaría General de la Seccional Avellaneda.
Eran tiempos de crecimiento sostenido en las industrias pero eso no pudo contra el odio y el derrocamiento del gobierno institucional con el golpe de 1955 hizo que muchos dirigentes fueran perseguidos y suspendidas las actividades sindicales. García padeció la cárcel y las torturas pero nunca renunció a su misión, así su figura trascendió y alcanzó su lugar como Secretario Adjunto a nivel nacional donde secundaba al gran Augusto Timoteo Vandor.
El 13 de mayo de 1966, mientras compartía una animaba charla en una mesa de la confitería La Real y ante un confuso hecho fue alcanzado por una bala que impactó de lleno en su espalda causándole la muerte. Su asesinato aún clama por justicia. Hoy recordamos a nuestro fiel compañero en un nuevo aniversario de su desaparición enalteciendo su aporte y realzando su memoria.