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Histórico Renunciamiento.

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El 22 de agosto de 1951 se llevó a cabo el Cabildo Abierto del Justicialismo. Fue una manifestación grandiosa, asistieron de más de 2 millones de personas, en la avenida 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires. Organizada por la CGT con delegaciones de todo el país.

En esa ocasión se proclamó la Fórmula Perón-Perón: Juan Domingo Perón Presidente y Eva Perón vicepresidente, para las elecciones presidenciales del 11 de noviembre de ese año.

El 31 de agosto de 1951, Evita anunció por radio su histórico renunciamiento.

Hoy recordamos las palabras de Evita.

Fuente: Eva Perón, discursos completos, Tomo II, Buenos Aires, Editorial Booket, 2012, págs. 342-344. (Aníbal Fernández y Carlos Caramello)

Compañeros, quiero comunicar al Pueblo Argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto. Ya en aquella misma tarde maravillosa, que nunca olvidarán ni mis ojos ni mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto.

Desde aquel momento, después de aquel diálogo entre mi corazón y mi pueblo, he meditado mucho en la soledad de mi conciencia y reflexionando fríamente he tomado mi propia decisión en forma irrevocable y definitiva, presentada ya ante el Consejo Superior del Partido Peronista y en presencia de nuestro jefe supremo el general Perón.

Ahora quiero que el Pueblo Argentino conozca por mí misma las razones de mi renuncia indeclinable. En primer lugar y poniendo estas palabras bajo la invocación de mi dignidad de mujer argentina y peronista y de mi amor por la causa de Perón, de mi patria y de mi pueblo, declaro que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia y por ello es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva.

Yo, que he vivido varios años, los mejores de mi vida, junto al General Perón, mi maestro y amigo, he aprendido de él a pensar y a sentir y a querer, teniendo como únicos ideales la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación. La felicidad del pueblo, se concreta en el bienestar de trabajadores y en la dignificación de los humildes y en la grandeza de la patria que Perón nos ha dado y que todos debemos defender como la más justa, la más libre y la más soberana de la tierra.

Yo invoco en este momento el recuerdo del 17 de octubre de 1945, porque en aquella fecha inolvidable me formulé yo misma y ante mi propia conciencia, un voto permanente y por eso me entregué entonces al servicio de los descamisados, que son los humildes y los trabajadores.

Tenía una deuda casi infinita que saldar con ellos, que habían reconquistado a Perón para la patria y para mí.

No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición. Una sola y gran ambición personal: que de mí se diga cuando se escriba este capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convertía en hermosas realidades y que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita. Nada más que eso.

Evita quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, llevando siempre como única bandera el nombre del general Perón a todas partes.

Si con ese esfuerzo mío, conquisté el corazón de los obreros y de los humildes de mi patria, eso ya es una recompensa extraordinaria que me obliga a seguir con mis trabajos y con mis luchas. Yo no quiero otra cosa que este cariño.

Aceptar otra cosa, sería romper la línea de conducta que le impuse a mi corazón y darle la razón a los que no creyeron en la sinceridad de mis palabras, que ya no podrán decir jamás que todo lo hice guiada por mezquinas y egoístas ambiciones personales. Yo sé que cada uno de los descamisados que me quiere de verdad, ha de querer también que nadie tenga el derecho a descreer de mis palabras y ahora, después de esto, nadie que no sea una malvado podrá dudar de la honradez, de la lealtad y de la sinceridad de mi conducta. Estoy segura que el Pueblo Argentino y el Movimiento Peronista que me lleva en su corazón, que me quiere y que me comprende, acepta mi decisión porque es irrevocable y nace de mi corazón. Por eso ella es inquebrantable, indeclinable y por eso me siento inmensamente feliz y a todos les dejo mi corazón.”

Día del Niño

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Este domingo festejamos en Argentina el DÍA DEL NIÑO.

Es un día de alegría en los que toda la familia agasaja a los más pequeños, y hasta nos sentimos un poco niños otra vez, jugando con ellos o llevándolos a lugares divertidos para disfrutar todos juntos. Por eso me parece bueno recordar por qué tenemos un Día del Niño y saber que en este caso no es solo un día creado para favorecer el comercio y el consumo.

La preocupación y conciencia acerca de la necesidad de proteger a la infancia surgió en la humanidad luego de la Primera Guerra Mundial. En ese sentido es digno de recordar el trabajo y la lucha llevados a cabo por personas tales como la activista Eglantyne Jebb, quien fundó la organización SAVE THE CHILDREN como así también al Comité Internacional de la Cruz Roja. Mediante su acción conjunta se consiguió obtener la primera Declaración de los Derechos de los Niños, que fue aprobada por la Liga de las Naciones, adoptada y ratificada en la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños, el 26 de septiembre de 1924. Al año siguiente, durante la Conferencia Mundial sobre el Bienestar de los Niños, también en Ginebra, se declaró, por primera vez, el Día Internacional del Niño.

Posteriormente la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en el año 1954, recomendó todos los países instituir un Día Universal del Niño y se sugirió a los gobiernos que celebraran dicho día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente.

Es un día para celebrar y pensar que toda la humanidad estará mejor cuando todos nuestros niños tengan garantizados sus Derechos.

Declaración de los Derechos del Niño

20 de Noviembre de 1959 (texto completo)

Preámbulo

Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la carta su fé en los derechos fundamentales del hombre y en la dignidad y el valor de la persona humana y su determinación de promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad,

Considerando que las Naciones Unidas han proclamado en la declaración Universal de Derechos Humanos que toda persona tiene todos los derechos y libertades enunciados en ella, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, oponión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición,

Considerando que el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado espaciles, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento,

Considerando que la necesidad de esa protección especial ha sido enunciada en la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño y reconocida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los convenios constitutivos de los organismos especializados y de las organizaciones internacionales que se interesan en el bienestar del niño,

Considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle,

La Asamblea General

Proclama la presente Declaración de Derechos del Niño, a fin de que éste pueda tener una infancia feliz y gozar, en su propio bien y en bien de la sociedad, de los derechos y libertades que en ella se enuncian e insta a los padres, a los hombres y mujeres individualmente y a las organizaciones particulares, autoridades locales y gobiernos nacionales a que reconozcan esos derechos y que luchen por su observancia con medidas legislativas y de otra índole, adoptadas progresivamente en conformidad con los siguientes principios:

Principio I :

El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta declaración.
Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.

Principio II :

El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a la que se atendrá será el interés superior del niño.

Principio III :

El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad.

Principio IV :

El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberá proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y posnatal. El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.

Principio V :

El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular.

Principio VI :

El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión. Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material; salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia. Para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas conviene conceder subsidios estatales o de otra índole.

Principio VII :

El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad.

El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tiene la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe en primer termino a los padres.

El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho.

Principio VIII :

El niño debe, en todas circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.

Principio IX :

El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata.

No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación, o impedir su desarrollo físico, mental o moral.

Principio X :

El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al sevicio de sus semejantes.

El Padre de la Patria

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Hoy honramos la memoria de Don José Francisco de San Martín en un nuevo aniversario de su muerte.

En nuestro país conmemora a nuestros héroes en la fecha de su muerte y no en la de de su nacimiento. A mí me gusta honrarlos recordando sus vidas desde el primer día. José Francisco de San Martín nació en Yapeyú de las Misiones de Corrientes, un 25 de febrero de 1778. Esto fue así porque su papá el Capitán Español don Juan de San Martín fue designado Teniente Gobernador de Yapeyú en 1774. Su mamá fue Gregoria Matorras, tuvo varios hermanos, siendo él, José Francisco, el menor. Su niñera fue una india, Juana Cristaldo que según doña Gregoria, lo consentía demasiado. Vivió en nuestra tierra hasta los 9 años, edad en la que su familia partió llevándolo a España. Leyendo su biografía yo creo que el amor recibido y la fuerza de su tierra natal dejaron una huella profunda que marcó para toda su vida el espíritu de este niño correntino.

En España con apenas once años ingresó como cadete al regimiento de Murcia. Su carrera militar fue muy exitosa. A sus 34 años ya como Teniente Coronel fue condecorado con la medalla de oro por su heroica actuación en la batalla de Bailén el 19 de julio de 1808 durante la guerra contra las fuerzas napoleónicas

El joven José nunca olvidó su tierra natal y sus orígenes americanos, seguía con profundo interés los sucesos del Río de la Plata y en cuanto supo lo ocurrido aquí en aquel glorioso mayo de 1810, pidió el retiro del ejército español para poner sus conocimientos y experiencia al servicio de la que sin dudas ERA SU PATRIA y como consecuencia con una visión amplia y libertadora ayudar a la naciente revolución americana.

San Martín tenía contactos en Europa con grupos liberales y revolucionarios como la "Gran Hermandad Americana", una logia fundada por Francisco de Miranda, cuya intención era liberar América. Conoció además el plan Maitland, un manuscrito de 47 páginas, que había sido elaborado por el general inglés Thomas Maitland en 1800 y aconsejaba tomar Lima a través de Chile por vía marítima. San Martín tendrá muy en cuenta las ideas del militar inglés en su campaña libertadora. Finalmente en enero de 1812 San Martín emprende el regreso a la patria.

Decía entonces San Martín “Yo serví en el ejército español desde la edad de trece a treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. En una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos de Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento a fin de prestarle nuestro servicio en la lucha."

San Martín llegó a Buenos Aires, y al poco tiempo logró que se le respetara su grado militar de Teniente Coronel. Inmediatamente se le encomendó la creación de un regimiento, lo que dio origen a nuestros Granaderos a Caballo. Hasta los uniformes y las insignias fueron diseñados por San Martín. Activo desde el mismo instante de su llegada San Martín se puso en contacto con la Sociedad Patriótica fundada por Bernardo de Monteagudo, y creó, junto a Carlos de Alvear, la Logia Lautaro, una sociedad secreta cuyos objetivos principales eran la Independencia y la Constitución Republicana.

El 3 de febrero de 1813 los Granaderos de San Martín en su bautismo de fuego frente al Convento de San Lorenzo, en Santa Fe obtuvieron un triunfo total. Y comenzó a crecer la figura del héroe.

En 1814 se hizo cargo del Ejército del Norte, pero él sabía y así lo manifestó: era una mala estrategia pretender vencer a los realistas a través del Alto Perú.

Su mente de estratega mantenía la idea de cruzar los Andes, liberar Chile y llegar por mar a Lima. Con su plan secreto completo y bien elaborado fue nombrado gobernador intendente de Cuyo el 10 de Agosto de 1814. Fue un excelente mandatario, tuvo una intensa actividad gubernativa y convirtió a la provincia en una nueva fuente de recursos para la causa de la independencia excitando los sentimientos patrióticos de sus habitantes y así todo el pueblo cuyano colaboró según sus posibilidades para armar y aprovisionar al Ejército de los Andes. El propio gobernador dio el ejemplo reduciendo su propio sueldo a la mitad.

En 1816 se aprobó su plan para liberar Chile y Perú.

Desde Cuyo, con el fiel apoyo de su gente, mantuvo comunicación con todos los referentes políticos y militares de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Se convirtió junto con Belgrano en el principal impulsor y guía del Congreso de Tucumán. Estaba muy preocupado por la demora en sancionar la independencia y con ese ánimo dirigió una carta al diputado por Cuyo, Godoy Cruz. "¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra independencia? ¿No es cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último, hacer la guerra al soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo de los enemigos?"

Entretanto puso en pie de guerra al Ejército de los Andes y el 19 de Enero de 1817 comenzó el heroico cruce.

Así se dirigía a sus ejércitos:

"Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje."

Esta genial e histórica hazaña llevó a San Martín a liberar Argentina, Chile y Perú.

Este hombre que llegó a tan magníficos triunfos tras denodadas luchas no solo militares, sino también económicas y políticas, muchas veces enfermo y en completa soledad conquistó todo, admiración, respeto, lealtad, loas y cargos tales como el de Protector del Perú. Sin embargo para conseguir plenamente la Independencia Americana renunció a honores, cargos públicos y dinero. En Perú tomó la decisión de retirarse de todos sus cargos, dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país.

Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 tuvo lugar la entrevista con Bolívar en Guayaquil. Luego de ese encuentro San Martín regresó a Lima y renunció a su cargo de Protector del Perú. Poco después decidió retirarse de todos los cargos y volver a su país. Regresó a Argentina con solamente ciento veinte onzas de oro, el estandarte de Francisco Pizarro bordado por Juana La Loca y la campanilla con que la Inquisición de Lima convocaba a los tribunales.

"He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos." José de San Martín (carta a Bolívar. Lima, 10 de septiembre de 1822).

Decía San Martín "La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga es temible a los estados que de nuevo se constituyen. Por otra parte ya estoy aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo siempre estaré a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple particular y no más. En cuanto a mi conducta pública mis compatriotas dividirán sus opiniones; los hijos de éstos darán el verdadero fallo."

Nuestro país siguió con sus luchas internas (en ese momento Unitarios contra Federales) de las cuales nunca participó este magnífico patriota, a pesar de haber recibido órdenes en ese sentido debido a sus dotes como militar. Siempre se negó a derramar sangre de sus compatriotas. Estuvo en riesgo por no acatar las órdenes de reprimir a los federales dictadas por el Gobierno de Buenos Aires.

En enero de 1823 pidió autorización para regresar a Buenos Aires, pero Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad.

Así escribe en ese momento San Martín una carta a Guido del 27 de abril de 1828:

“¿Ignora Ud por ventura que en el 23, cuando por ceder a las instancias de mi mujer de venir a Buenos Aires a darle el último adiós, resolví en mayo venir a Buenos Aires, se apostaron en el camino para prenderme como a un facineroso, lo que no realizaron por el piadoso aviso que se me dio por un individuo de la misma administración”. (Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”. Impresiones Pellegrini 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia)

El 12 de agosto falleció la mujer de San Martín en ausencia de su esposo.

Don Estanislao López le remitió la siguiente correspondencia:

“Se de una manera positiva por mis agentes en Buenos Aires que a la llegada de V.E. a aquella capital será mandado juzgar por el gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales por haber desobedecido sus órdenes en 1817 y 1820, realizando en cambio las gloriosas campañas de Chile y Perú. Para evitar este escándalo inaudito y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado V.E. tan patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos con los cuerpos del Ejército de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siento el honor de asegurar a V.E. que a su solo aviso estaré en la provincia en masa a esperar a V.E. en El desmochado para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria”. (Altamira, Luis Roberto. Ibidem)

Como se puede entender esta carta se refería a la desobediencia de San Martín a Rivadavia, que pretendía que regresara para aplastar a las provincias del interior. San Martín en cambio prefirió libertar medio continente.

En lugar de la gloria que le ofrecía la carta de Estanislao López San Martín decidió regresar solo. El 4 de diciembre de 1823 llegó vestido de poncho, en una diligencia que por precaución desvió su camino, entrando en silencio en Buenos Aires, sin desfile triunfal ni saludos.

Luego fue el camino al exilio, con su hija en brazos.

El destino y nuestros conflictos internos le impidieron volver vivo a su patria. En febrero de 1829 llegó al puerto de Buenos Aires pero decidió no desembarcar. Supo que en medio de una de nuestras contiendas más cruentas Juan Lavalle había derrocado y fusilado al gobernador Dorrego. Lavalle le ofreció a San Martín la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Muchos oficiales le enviaron cartas a su barco y lo fueron a visitar con la intención de que se hiciera cargo del poder. San Martín respondió a Lavalle que: «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos»

Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente, triste y decepcionado, emprender su regreso a Europa y alejarse nuevamente de su tierra.

El 5 de agosto de 1838, al tener conocimiento el general José de San Martín del bloqueo francés decretado contra el Río de la Plata, escribió a Juan Manuel de Rosas, a la sazón gobernador y capitán de Buenos Aires, ofreciéndole sus servicios, si los creía de alguna utilidad y esperaba sus órdenes. “Tres días después de haberlas recibido -agregaba- me pondré en marcha para servir a la patria honradamente, en cualquier clase que se me destine. Concluida la guerra, me retiraré a un rincón, esto es, si mi país me ofrece seguridad y orden; de lo contrario, regresaré a Europa con el sentimiento de no poder dejar mis huesos en la patria que me vio nacer.” En su respuesta Rosas le agradeció el ofrecimiento. En cambio, le escribió, estaba seguro que Don José podría prestar valiosos servicios a su Patria con las gestiones diplomáticas que pudiera realizar ante los gobiernos de Francia e Inglaterra.

Al enterarse del bravo combate de la vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, cuando los criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa, San Martín volvió a escribirle a Rosas y a expresarle sus respetos y felicitaciones: "Ahora los gringos sabrán que los criollos no somos empanadas que se comen así nomás sin ningún trabajo".

Para ese entonces el gran patriota estaba muy enfermo. Sufría asma, reuma, úlceras y estaba casi ciego. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien lo mantenía informado sobre la situación política en América.

Su estado de salud se fue agravando hasta que falleció el 17 de agosto de 1850. En su testamento pedía que su sable fuera entregado a Rosas "por la firmeza con que sostuvo el honor de la república contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla" y que su corazón descansara en Buenos Aires.

Esta última voluntad se cumplió en 1880, cuando el presidente Avellaneda recibió los restos del libertador.

¡Día del Niño en Mundo Marino!

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Festejemos el día del niño juntos

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