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UOM San Martín dijo presente… ¡Aumento ya!

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Este jueves último pasado los compañeros/as delegados metalúrgicos del cordón urbano marchamos hacia la cámara empresarial Adimra, cómo históricamente lo solemos hacer, en reclamo de un salario justo para los trabajadores.

Esta misma cámara siempre intenta trabar nuestras paritarias e impulsa a las demás cámaras a brindar ofrecimientos de menor orden. Este año sugiere un aumento no mayor al 22%.

Según manifestó nuestro Secretario General Antonio Calo, "No nos van a correr con la vaina de los despidos... no vamos a permitir que a los compañeros que se levantan todas las mañanas y van a sus lugares de trabajo ... no les alcance el salario para vivir dignamente".

Seguimos en la lucha por un salario digno para los/as trabajadores metalúrgicos.

UOM a 73 años de su fundación

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Mechanic welding
La UNIÓN OBRERA METALÚRGICA

fue fundada en una histórica reunión que comenzó la noche del 19 de abril de 1943 en la sede de la Confederación General del Trabajo (C.G.T.). Fue en una asamblea presidida por el entonces Secretario general de la Central Obrera José Domenevch, (quien a su vez era presidente de la Unión Ferroviaria).

Esa noche trabajadores de la industria metalúrgica encabezados por los compañeros Nicolás Giuliani, Ángel Perelman y otros representantes de las diferentes ramas (orfebres, calderos, herreros de obra, bronceros, cerajeros, fundidores, etc.) conciliaron sus diferencias y llegaron a un resultado exitoso y duradero, fundar una agrupación gremial que los agrupara a todos.

El compañero Nicolas Giuliani fue nombrado Secretario General, como reconocimiento a su lucha incansable, superando dificultades y persecuciones, hasta concretar su sueño de unir a todos los metalúrgicos en una única agrupación gremial fuerte y poderosa.

Pasadas las 12 de la noche nació nuestra UOM.

Hoy podemos decir con orgullo que siempre representó a los intereses y necesidades de sus afiliados.

Tuvo en sus filas a compañeros tan valiosos como los ya mencionados Nicolás Giuliani y Ángel Perelman además de los recordados Augusto Timoteo Vandor, José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel quienes fueron figuras indiscutidas en las 62 Organizaciones Peronistas.

Podemos asegurar que con la creación de la Unión Obrera Metalúrgica la lucha gremial ganó una poderosa fuerza de combate que fue y será siempre indiscutible vanguardia del Movimiento Obrero Argentino.

Recordamos con profundo orgullo a nuestra primera agrupación, la SOCIEDAD DE RESISTENCIA METALÚRGICA

Recuerdos del futuro.

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…E aí me dá uma tristeza no meu peito Feito um despeito de eu não ter como lutar
E eu que não creio, peço a Deus por minha gente É gente humilde, que vontade de chorar

Chico Buarque

Parecería que existen cuestiones que todavía cierta gente no entiende.

Cosas éstas que tienen que ver con los tiempos que corren. Con la vida. Con cada uno de nosotros. Y si ustedes quieren más filosófico, con el hombre y sus circunstancias. De otra manera, no puede entenderse que gente grande no sea capaz de interpretar la diferencia existente entre el pasado, el presente y el futuro.

El gobierno obtuvo un importante triunfo político en esta semana en la H. Cámara de Senadores de la Nación, al conseguir por mayoría significativa, el voto en favor del pago a los fondos Buitre, con el apoyo de representantes legislativos del Frente para la Victoria, todavía no sabemos a cambio de qué.

Esa circunstancia es el Presente. Hoy lo narramos porque sucedió. Hoy recordamos con fruición las palabras del Senador Pichetto, porque las exclamó, las hizo oír, blandió su voz para explicar su proceder, su ánimo, su justificación. No dijo nada respecto de su estrategia. No explicó el trasfondo de su proceder o cómo configura él su futuro después de esta decisión.

Eso es el Futuro. No lo conocemos. No sabemos qué acontecerá con la vida política de Pichetto. O qué espera él personalmente que ocurra con su vida después de este avatar. En realidad solo conocemos el Pasado, lo transcurrido, que se va plasmando a partir de la experiencia y de esa manera nos permite escribir el Presente, tomando en cuenta aprendizajes vividos. Porque el Futuro es lo que vendrá y en ese camino se sueltan y dispersan los imponderables. El futuro lo vamos escribiendo desde el Presente, procurando que lo que hagamos hoy tenga respuestas valederas mañana.

El oficialismo arguye que lo que está haciendo con el país hoy va a tener resultados mañana y aventura el tipo y diseño de resultados a obtener por intermedio de las decisiones que está tomando hoy. Parece un juego de palabras pero es una tomadura de pelo. En realidad, ni el gobierno, ni nadie puede argumentar el resultado que tendrán las decisiones de coyuntura en el país.

Cierto es que tomaron las decisiones que prometieron tomar en época de campaña electoral. El gobierno no mintió. “Cambiemos” le dijo a la gente de qué constaría el cambio. Mencionó la caída de retenciones al agro y a la ganadería, la apertura indiscriminada de la economía y recordó que el salario estaba especialmente alto en Dólares y que el retraso cambiario demandaría una fuerte devaluación caracterizada con el nombre de sinceramiento del Dólar. Todo lo que dijo en aquel presente hasta octubre del año pasado y después hasta que se hizo efectiva la segunda vuelta electoral, lo cumplió.

Quienes tenemos más de cincuenta años, revivimos una lamentable experiencia. Como cuando fue la época de “La liberación de las fuerzas productivas”… como había dicho José Alfredo Martínez de Hoz en su primer discurso. Esas fuerzas liberadas acabaron con la industria nacional, destruyeron a los trabajadores y corrompieron a sus dirigentes.

¿Vamos camino a repetir esa realidad?.

¿Qué vamos a hacer con la gente que queda en la calle?.

Recuerdo que la primera experiencia conservadora, neoliberal que me tocó padecer fue con la dictadura cívico-militar 1976-82. En aquella época el levantamiento popular se evitó a través de la represión. Muertos y desaparecidos podrían contar la historia nefasta de una etapa política bañada en sangre.

La segunda experiencia la obtuve gracias al gobierno democrático de Carlos Menem, 1989-99. Había ganado las elecciones a través del Partido Justicialista, pero desde el poder representó la antítesis de la Doctrina creada por Perón y con el apoyo popular se dedicó a afianzar la dependencia nacional incrementando la deuda externa y marcando mayor diferencia entre ricos y pobres generando una fuerte injusticia redistributiva.

Este calvario desembocó en el desgobierno de la Alianza. Su especial ineptitud coronó el año 2001 y culminó con el desastre socioeconómico-político más grande que vivió la Argentina.

Después tuvimos doce años de Kirchnerismo de los que no me voy a referir más que para decir que el actual gobierno lo señala como de “pesada herencia”. Pero resulta que lleva tres meses de una administración que sólo busca la destrucción del Estado, porque es la única herramienta que puede hacer frente al verdadero poder que defienden, que no es otro que el poder económico concentrado, para el que gobiernan.

Volver a vivir. Revival. Como le gusta decir al nuevo mandatario, en la lengua que seguramente más conoce, ya que con el castellano no se lleva muy bien que digamos.

Revival. Y yo tengo recuerdos muy fuertes. No soy el único que los tiene. La mitad del electorado no quiere ese “volver a vivir” propuesto por la incapacidad de quienes no tienen ni siquiera plan económico. También pienso en la gente humilde, esa pobre gente que Macri ha visto en cierta oportunidad por televisión o que le han llevado cerca alguna vez, sin que eso lo comprometa demasiado.

Esa gente. Mucha de esa gente ha votado por él, envuelta en la estrategia de un discurso mediático que con grandes titulares manchaban a la década pasada, usurpándole logros u oscureciéndolos.

Tengo recuerdos, fuertes recuerdos de lo que hizo la gente que defiende Macri cuando estuvo en el gobierno y sospecho lo que va a hacer ahora que lo han recuperado, evaluando el desguace de estos tres meses.

Pero también recuerdo cómo, cuánto y la forma en que reaccionó el agredido. Aquella otra gente que sin pan y sin trabajo, despojada de todo, fue capaz de hacerse escuchar aún por sobre el fuerte ruido que producen los medios masivos de comunicación y sus coyunturales siervos.

Por Alberto Carbone

El por qué de la acción bélica en nuestras Malvinas

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La Movilización del 30 de marzo de 1982

El día 30 de marzo de 1982, la CGT y las 62 Organizaciones Peronistas, organizaron un paro y movilización multitudinario sobre la Plaza de Mayo. Los trabajadores fueron conducidos por sus dirigentes sindicales, quienes marcharon en primera fila de la manifestación tomados de los brazos, como un símbolo de unidad civil que recorrió todo el mundo.
El ejército no toleró la decisión y ordenó a la policía federal que reprimiera en las calles. El resultado de aquella histórica marcha, dejó como saldo un muerto y cientos de heridos, pero dejó al desnudo la inoperancia e incapacidad del gobierno de facto.
Uno de los últimos mentores de este desgraciado episodio denominado “Proceso”, fue el general Leopoldo Fortunato Galtieri, quien en su carácter de Presidente de la Nación, a partir de finales del año 1981, asumió con total desparpajo la decisión de iniciar una guerra contra Gran Bretaña, por la posesión de las Islas Malvinas.
El día 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas de la Argentina recuperaron esas tierras irredentas, de manera inconsulta y repentina. La gente se agolpó frente a la Casa de Gobierno, para aplaudir aquella acción reivindicativa, pero a la vez para criticar al gobierno militar, por su inconducta desde el mes de marzo de 1976 y por la salvaje represión a la que la habían sometido dos días antes.
El día 30 de marzo de 1982, la CGT y las 62 Organizaciones Peronistas se pusieron de pie. Los dirigentes obreros más representativos junto con los trabajadores se movilizaron hasta la Casa de Gobierno en reclamo de sus derechos cívicos.
Los trabajadores recibieron el apoyo y la compañía de los Partidos Políticos, quienes reunidos en una Organización autotitulada “Multisectorial” acompañaron al grueso de la movilización, desplazándose encolumnada detrás de sus dirigentes políticos y gremiales, los cuales marchaban tomados del brazo al frente de los trabajadores.
Los sectores medios, también se hicieron presentes en la gran marcha, llegando a través de los medios de locomoción habituales.
Esta marcha, transformada en gigantesca Asamblea Popular, reclamó al gobierno militar que concluya con el régimen de facto y convocase a elecciones generales en forma inmediata.
La respuesta no se hizo esperar. La decisión de un grupo de manifestantes de ingresar a la Casa Rosada junto con los líderes políticos y gremiales que entregarían un petitorio firmado por miles de personas, precipitó la furia y desencadenó la violencia.
Las balas de goma y los gases lacrimógenos inundaron el centro de la Ciudad de Buenos Aires, por espacio de varias cuadras a la redonda.
La Policía Federal recibió la orden de realizar un cerco entre la Plaza de Mayo y la Avenida 9 de Julio, provocando el encierro de los manifestantes dentro del ámbito de la represión.
Muchos compañeros fueron apresados y otros lograron refugiarse en bares aledaños. Muchos comercios fueron atacados por las fuerzas policiales, inundando los locales con gases lacrimógenos.
La multitud superó con creces la capacidad represiva y la mayoría de la gente logró huir, sabiendo que el gobierno de facto había decidido continuar con la dictadura.
Sin embargo, los militares sopesaron muy bien los resultados de aquella jornada y advirtieron que si optaban por la continuidad del gobierno, deberían tomar otra actitud, dando señales serias de un cambio político.
Profundamente sujetos a las directivas de los organismos de Crédito Internacionales, no tenían mucho margen de maniobra para proceder. Así fue que se les ocurrió, entre “gallos y medianoche”, recuperar las Islas Malvinas y brindárselo al pueblo de la Nación como un acto reivindicativo de hondo sentido nacionalista, que posiblemente prolongaría su agonía.
El final de la historia bélica es bien conocido por todos los argentinos, la catástrofe en Malvinas precipitó la caída definitiva del régimen de facto y el país recomenzó una nueva etapa democrática, colmado de heridas de honda profundidad.
Hagamos un poco de memoria:

Pólvora húmeda para defender una infamia

Seis años después de haber iniciado el más doloroso y humillante proceso político del siglo XX vivido por nuestro país.

Seis años después de que un grupo de miserables vestidos con el uniforme de la Patria se rindieran imbéciles y genuflexos a las exigencias del neoliberalismo internacional y a las pretensiones personales de los grupos minoritarios locales, aquella cúpula militar volvió a rendirse, pero en la segunda ocasión por su desidia, por su falta absoluta de capacidad reflexiva, por su decisión unánime de destrozar definitivamente la imagen de la Nación y de las Fuerzas Armadas que juraron honrar, con tal de salir indemnes de la derrota, de su falta de vergüenza, de su incapacidad de ser humanos.

Tres presidentes golpistas sucesivos habían transformado a la Argentina en un desierto de voces monótonas, en un cementerio de almas vivas y tan apesadumbradas, como las de los miles de desaparecidos sin reposo, a través del dolor y la tortura.

La economía nacional, entregada definitivamente al juego de la ruleta rusa, había abandonado el sistema productivo para invertir en las finanzas y la especulación, la misma estrategia que hoy, impulsan quienes desde el gobierno electo dicen defender la Democracia.

Las grandes urbes se transformaron en aldeas de tránsito nocturno para los más pobres sin trabajo ni hogar, abandonados a su propia marginalidad. De día, deambulaban los desocupados, sin esperanza alguna de reinsertarse en la otrora sociedad productiva.

El gobierno militar había iniciado un viaje sin retorno. Se había volcado a los brazos de las decisiones del poder económico internacional y navegaba entre aguas turbias sin piloto, desde la proa de nuestro país, haciendo agua y sin destino.

Pero en 1982 el pueblo comenzó a reaccionar.

Las Organizaciones Sindicales desplegaron su poder multitudinario el día 30 de marzo sobre la Plaza de Mayo, exigiendo un cambio definitivo de la cruenta política nacional. El ciudadano común, también hizo llegar su reclamo y la explosión cívica se transformó en un clamor unánime.

Las fuerzas armadas no toleraron ese procedimiento y volcaron a las calles de la Ciudad de Buenos Aires una represión salvaje. La policía apuntó sus escopetas de gases lacrimógenos al cuerpo de los transeúntes, golpeó salvajemente a miles de desarmados manifestantes. Hubo heridos y muertos y la íntima convicción de que el gobierno militar se derrumbaba definitivamente.

Apenas tres días después, aquellos militares, diminutos soldaditos colmados de medallas inmerecidas, lanzaron una estrategia desesperada en favor de su permanencia en el poder de facto.

Invadían Malvinas.

Como cada uno de los acontecimientos de la historia argentina, envueltos en situaciones inverosímiles e improvisadas, las Malvinas se convirtieron en la excusa del espanto y las fuerzas armadas de entonces, empequeñecidas por la rapacidad de sus jefes y que habían procedido tan crudamente contra la civilidad durante seis años de caótico gobierno, mostraron su verdadero rostro cobarde y despojado de todo respeto al más elemental de los derechos humanos, llevando a la avanzada de la guerra a los ciudadanos más jóvenes, que sin preparación psicológica ni bélica, opusieron su pecho a las balas enemigas.

“Y si los ingleses vienen, presentaremos batalla”, como supo decir entre copas, ese desafortunado monigote devenido en Presidente. Y en medio de aquel hondo y desenfrenado lodazal, mataron a los chicos de la guerra.

Cuando los que no iban a venir hasta el Atlántico Sur alcanzaron la línea de los jefes, éstos se rindieron sin ofrecer resistencia. Lo supimos después, al enterarnos de los acontecimientos sucesivos en las islas Georgias y en Puerto Argentino.

La última estrategia de los militares para mantenerse en el gobierno, también había fracasado y no valía la pena arriesgar más vidas. Ya habían entregado a la muerte la vida de los jóvenes.

Al igual que nuestro pasado, intentaban destruir nuestro futuro.

Han pasado treinta y cuatro años de esta tragedia nacional y la democracia nos permite decir cosas que la falta de libertad nos impedía.

Por Alberto Carbone