El 12 de octubre de 1973, Juan Domingo Perón asumía su tercer período de gobierno en un clima social, político y económico inédito para el movimiento que había liderado por 28 años, 18 de ellos en el exilio.
La proscripción no le permitía participar activamente pero sus hombres seguían muy presentes en la filas obreras de la CGT. Perón entiende que su figura puede ser un incentivo para la unión de su pueblo, tan enfrentado como necesitado de un liderazgo firme. El pacto social llegó en las medidas para equilibrar los siempre desparejos capital y trabajo y para equipar la balanza de pagos que estaba generando un déficit insostenible: acuerdos de precios y salarios y nuevas inversiones en producción fueron las medidas de inicio.
Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile, ya estaban bajo dictaduras militares y Argentina resistía en soledad su institucionalidad y su derecho a no ser subordinada de los Estados Unidos que, en las sombras, apoyaba gobiernos de facto.
La violencia urbana también era un dolor de cabeza para Perón, con grupos radicalizados y alimentados con los odios de la Guerra Fría y los viejos enfrentamientos internos: El asesinato de José Ignacio Rucci y el intento de copamiento de la guarnición militar de Azul por integrantes del ERP mostraban que la mano firme era necesaria.
Cuando más la necesitaba, su salud flaqueaba y su tristeza por sentir que sus esfuerzos no eran suficientes. Nueve meses después, y con sus pulmones agotados, su cuerpo dijo basta y la muerte dejó trunco todos los proyectos que Perón tenía para levantar a esa patria que amaba y desvelaba.
Hoy es nuestro deseo que sus ideales se mantengan en los más alto para recuperar la dignidad de los trabajadores argentinos.
Inicio del Tercer Gobierno de Juan Domingo Perón
Aniversario del Natalicio de Juan Domingo Perón
Mario Tomás Perón debió decidir tempranamente entre seguir la tradición familiar de abrazar la medicina como profesión y vocación o comenzar a vivir su propia vida sin sombra alguna. Cuando conoció a Juana Salvadora Sosa supo que el destino estaba lejos de Lobos y cuando logró enfrentar a su padre, levantó todo y se fue al Sur para empezar de nuevo. Juan Domingo, el segundo de sus hijos varones, nació el 8 de octubre de 1895 en ese paraje de la provincia de Buenos Aires pero apenas si tuvo memorias de ese pago chico porque su vida de niño se desarrolló en la Patagonia entre guanacos y avestruces, caballos y la hostilidad del paisaje. La escolaridad era un problema para la familia y los chicos debieron instalarse en Buenos Aires donde el joven niño Perón, comenzó la escuela primaria y luego completó los estudios secundarios en el Colegio Internacional de Olivos.
Estudiar medicina le rondaba la cabeza como homenaje a su ilustre abuelo pero en un encuentro con compañeros incorporados al Colegio Militar le despertaron el interés por la disciplina prusiana y las armas e ingresó como cadete en 1911.
Su carrera dentro de la Fuerzas Armadas lo fue posicionando como un gran subteniente y su desarrollo como un deportista destacado en esgrima y boxeo lo hicieron sobresalir entre sus camaradas.
Su ascenso sostenido lo llevó a alcanzar los máximos cargos dentro del Ejército hasta su llegada a la política nacional donde descolló siendo electo tres veces presidente de todos los argentinos y cambiando el destino de sus compatriotas defendiendo las banderas de la justicia social y los derechos de los trabajadores.
Primer Plan Quinquenal de Perón 1947-1951
El Primer Plan Quinquenal se inició a poco tiempo de comenzado el flamante mandato de Juan Domingo Perón en 1946. La iniciativa había nacido de José Figueroa, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, presentada un 30 de septiembre de ese año, y los campos estaban bien marcados y divididos en tres: gobernar el Estado, la Defensa Nacional y la Economía, y en cada generó acciones para potenciar sectores como la industria, interna y externa, comercio, obra pública y nuevas fábricas para abastecer a las fuerzas armadas junto a la nacionalización de áreas del transporte y las petrolíferas.
Se produjo la transformación del área productiva, industrias y desarrollo de maquinaria liviana, sectores del agro y de la ganadería, junto a la construcción de edificios para la función estatal y de enseñanza media y superior.
La creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio fue una inteligente fuente de financiamiento para llevar adelante las nuevas iniciativas y así se pasó a otra gran promesa de Perón: nacionalización de servicios públicos. La Empresa Nacional de Energía, Yacimientos Carboníferos Fiscales, Gas del Estado, se sumaron a los ferrocarriles, la telefonía, los seguros y los silos.
El aumento de mano de obra, producto de la inmigración interna, también permitió un crecimiento de mano de obra disponible que junto a la creación de las escuelas técnicas con egresados en artes y oficios, alimentaron el caudal de puestos de trabajo que las nuevas industrias ya requerían, desde el modelo de sustitución de importación durante la Segunda Guerra, y ese volumen de nuevos obreros y obreras llevaron el lema de justicia social a sus pares que lo replicaron y multiplicaron.
La construcción de vivienda social, hospitales y centros de albergue para niños y mayores en situación de riesgo también fueron parte de este Plan que sumó la creación de la Fundación Eva Perón a sus obras públicas con su imponente edificio que fuera, posteriormente, donado para ser la sede de la actual CGT.
La legislación laboral también permitió el acceso a nuevos bienes de consumo que desarrolló nuevas industrias como las del confort y la automotriz, beneficiada por las obras públicas en caminos y obras de infraestructura como puentes, entre otras.
La aspiración del Movimiento Justicialista fue desde sus albores la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, y el Primer Plan Quinquenal las integra desde el primero y hasta su última línea. El crecimiento económico de esos primeros llevaron al Perón a ser reelecto y a diseñar un Segundo Plan Quinquenal pero esa ya es otra historia.
47ª Aniversario del asesinato de José Ignacio Rucci
La llegada de José Ignacio Rucci a Buenos Aires desde Alcorta, en la provincia de Santa Fe, fue parte de la misma ilusión que cientos de compatriotas traían consigo desde nuestro interior: progreso para ellos y sus familias. Con 20 años, se inició como operario en una fábrica de cocinas en el Gran Buenos Aires y poco tiempo después lideraba a sus compañeros siendo delegado y abrazando la causa peronista de la justicia social.
Los ideales justicialistas lo acompañaron siempre y su lealtad por el General fue incondicional. Sufrió como pocos el exilio de su líder y nunca descansó hasta concretar su vuelta, 18 largos años después.
Como destacado dirigente sindical de la UOM y como secretario general de la CGT defendió los logros que los trabajadores habían conquistado y no aprobaba claudicar ningún derecho adquirido aun si enfrente un dictador lo desafiaba.
Su gran amor por Juan Domingo Perón lo convirtió en su hombre de confianza cuando la proscripción al Movimiento Justicialista y a sus representantes les negaba la participación en la vida política argentina. Las sucesivas elecciones democráticas carecían de una representatividad a una gran parte del electorado y eso un atropello que Rucci luchaba por cambiar.
Después de que la fórmula Perón-Perón resultara ganadora y el peronismo alcanzara un nuevo capítulo ante la historia, balas asesinas y cobardes le arrebataron la vida con apenas 49 años y con mucho para seguir aportando a la vida de los trabajadores.
Hoy conmemoramos el 47° aniversario de la muerte absurda del compañero José Ignacio Rucci, honrando su memoria y jurando defender por siempre la justicia social, la independencia económica y soberanía política que él anhelaba.
Directivos de la Seccional San Martín y la Agrupación 20 de Abril se hicieron presente esta mañana para homenajear al compañero Rucci en el busto emplazado en Ayacucho y Tres de Febrero de nuestra localidad y depositaron una ofrenda floral.